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  Las Dos Grandes Leyes Espirituales

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Las Dos Grandes Leyes Espirituales
Descerrando el velo que oculta el Misterio de la Voluntad de Dios
Segunda Parte, Capítulo 4
LA CRISIS MUNDIAL Y LA VERDADERA DOCTRINA DEL CRISTO

¡Vuelve ahora, después de un intervalo de mucho más de mil y seiscientos años, a ser enseñado en el mundo el verdadero Evangelio de Jesucristo! para recomenzar Su Reinado en la Tierra, antes del fin del ciclo, conforme anunciaron los Profetas.

Mas, antes, hagamos una breve descripción del caos reinante, manifestado desde entonces. Como una consecuencia lógica, fracasaron todas las religiones, todos los métodos y todos los sistemas, ¡como bien lo demuestra el pavoroso espetáculo contemplado con la mayor de las guerras, la Grande Guerra Mundial , y que causó directamente, en cuatro años, más de 20.000.000 de victimas! además de las consecuencias que sufrió toda la humanidad, y que aún perduran.

"Y después de estas guerras, principio de dolores": se presentaron problemas insolubles, que mantuvieron y mantienen el mundo en una situación más grave aun que en el período de 1912-1918; la falta de trabajo, la carestía de vida, nuevas guerras y revoluciones; terremotos, inundaciones, sequías, epidemias, temores de otras guerras inevitables, peores que las anteriores. De todos estes factores dimanan múltiples preocupaciones, que todos los gobiernos del mundo han procurado y procuran resolver, sin poder alcanzar el objetivo visado, debido no sólo al fracaso de las conferencias mundiales económico-financieras, como también al resultado ineficaz de la Liga de las Naciones y de los acuerdos internacionales para la "limitación de armamentos."

Como consecuencia de este estado de cosas, surgió otro peligro gravísimo: la fiebre armamentista, puesta en evidencia con los enormes presupuestos de guerra en todas las naciones, cuyos Gobiernos se ven forzados a crear constantemente nuevos encargos para los pueblos. Algunas naciones se arman para llevar a efecto planos de predominio, mientras que otras lo hacen para estar preparadas para su defensa, en estos tiempos en que los tratados internacionales y el respeto a las "soberanías" están en completa decadencia, anunciando días sombríos para el futuro, si no reflexionarmos a tiempo sobre la verdadera causa de tantísimos males, que no deben ser considerados solamente del punto de vista material, mas tomando en consideración el hecho de que la humanidad se ha separado inmensamente del Verdadero Camino.

Estamos en una de las épocas más críticas por la cual el mundo ha pasado. Y como siempre ocurre, después de las grandes tormentas viene la bonanza... es el flujo y el reflujo.

No obstante el trabajo perseverante de las sociedades espiritualistas en favor de la paz y de la confraternización universal, no consiguieron impedir que se consumaran los hechos a que nos venimos referiendo, y esto porque la avalancha de la mayoría materialista sedució las multitudes, cegándoles la conciencia. Y en otros casos, no podían las naciones oponerse a la natural reacción de defensa a que es llevado todo aquél que es atacado, lo cual, al defenderse, lo hace muchas vezes no pensando en el propio individuo, mas en su patria, o en la civilización, que ha pasado y pasa por períodos críticos, como hemos visto desde 1912, inicio de la grande crisis económica mundial, y que tuvo como resultado el fatal golpe de 1914, año en que empezó una era de incertezas y de nuevas angustias, las cuales, apesar de los esfuerzos empleados, tienden a mantener esse estado de perturbación que anuló la estabilidad de una civilización que se baseara en la paz internacional.

Es una situación excepcional la que estamos atravesando, pues falta experiencia para resolver los problemas originados en las pesadas crises económicas, que, en la realidad aparente, son el origem de las desarmonías y luchas internacionales.

Pero, en medio de este estado caótico en que se encuentra el mundo, existe gran número de personas que comprenden perfectamente que las anormalidades manifestadas coinciden con los anuncios proféticos de las Sagradas Escrituras.

Entonces, no podemos dejar de considerar el hecho de que no se debe juzgar por las apariencias, mas que hay que estudiar el foco del mal, en la conciencia del hombre, que inconcientemente ha cavado su propia ruina, absorto en la contemplación de una vida fuertemente materialista, que incluye la materialidad de aquello que debía ser fuente de salvación espiritual y material: las Doctrinas emanadas de la Verdad, mas que fueron desfiguradas.

Erran grandemente los que atribuyen los fenómenos sociales y políticos, guerras y revoluciones, crises económicas, bien como todos los males, a causas externas, originadas de cosas completamente naturales. No es así, porque la causa original está en la conciencia de los hombres, que reciben lo que dan y dan lo que reciben, o en otras palabras, cada cual cosecha aquello que ha sembrado en su propio espíritu.

Los pensamientos de los hombres son fuerzas, cuya energía se transforma en acciones físicas, pensamientos condensados, cristalizados, que, en la mayoría de las vezes, van mucho más allá de los límites de la previsión humana; ¡que no consigue ver ni suponer la realidad de las consecuencias!

Son los pensamientos fuerzas en lucha de intereses egoístas, afastados de la Verdad, los causantes de los grandes sufrimientos de la humanidad.

Para que los hombres se puedan librar de la desunión reinante, producto de la ambición, deben unirse a la Verdad, ligarse a Dios, integrarse en la Luz, que ilumina los almas, y que les mostrará el Camino de la Felicidade.

Sin esa Luz que calienta el corazón, los hombres caminan a ciegas y, juzgándose sabios, son inducidos a su destrucción y a la destrucción de sus semejantes. Tornanse juguetes de fuerzas brutas, inconcientes, que actúan como explosivos poderosos en manos inexpertas.

La Doctrina de Cristo es la única que salvará a los hombres que la aceptaren, poniendo en práctica sus postulados, fáciles de realizar, pues ellos, como todas las grandes LEYES, reguladoras de la materia, como del ESPÍRITU UNIVERSAL, de donde emanan, caracterízanse por su sorprendente simplicidad.

Leamos tranquilamente, confiantes, atentos, la Terceira Parte de esta obra, procurando asimilar el MISTERIO que es revelado, y en cuyo conocimiento se basa nuestra UNIFICACIÓN CON DIOS.

Revistámonos de serenidad, renovando nuestros pensamientos con la alta y sincera aspiración de llegar a la VERDAD. En caso contrario, tendremos que soportar las consecuencias dolorosas de nuestra falta de previsión, pues, por las profecías realizadas y por las confirmadas en los tiempos actuales, estamos, claramente, en el principio del fin.

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