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Primera
Parte, Capítulo 12
EL COMUNISMO
A los males que ha sufrido la humanidad durante el presente siglo, tendríamos que acrescentar uno, igual a todos ellos juntos, que, cual plaga maligna, se ha extendido por todos los Estados del planeta, pretendiendo, estérilmente, arrastrar el mundo a su completa ruina moral y material: el Comunismo.
Felizmente, el mundo está prevenido. Los horribles dramas de Rusia y España sirven de ejemplo.
La inmensa majoria de las personas sensatas lo condena; y los pueblos, en su casi totalidad, están convictos de que la condición de los ciudadanos sería inmensamente peor con esa forma de gobierno, inadaptable a las tendencias democráticas, conservadas en la conciencia colectiva de la humanidad como una de las conquistas más edificantes de la civilización cristiana, !muy a pesar de los estupentos extravíos de los pontífices romanos!, causantes del extravío de todos los hombres... conforme profetizó, en el Apocalipsis, el Divino Inspirado de la Isla de Patmos.
Las palabras del Señor Jesucristo,
"los que tengan fe, vivan en común", son dirigidas exclusivamente a los que practican la Doctrina de la Salvación, esto es, a las personas que guardan Su LEY y Sus MANDAMIENTOS, contrarios a cualquier acto de violencia. En otras palabras, a los que tienen el
"Don" de la Fe, no humana, mas la Fe que Él tuvo, que se recibe del Cielo, cuando vivimos dentro de la LEY DE OBEDIENCIA, dada a conocer en esta obra.
Se compreende, pues, que esa divina exortación:
"los que tengan fe, vivan en común", está dirigida a los hombres con el fin de desarraigar de su conciencia la
"idea de posesión", indispensable para despojarlos del
"egoísmo", separándolos de las ideas del mundo material, antagónicas a las ideas auténticamente cristianas, que dan a Dios el dominio absoluto sobre todo el Universo, visible e invisible.
¿Será adaptable a la humanidad la forma de gobierno comunista? Todo el mundo responderá que no. Estarán las naciones en el futuro, por ventura, preparadas para esa forma de gobierno, aun mismo que fuese lo más espiritualizado comunismo cristiano? Sin duda alguna, todos responderán que no, si reflexionaren sobre el hecho que, en todos los tiempos, en consecuencia de una Ley natural, los hombres, independientemente de su cultura, hállanse en diferentísimos planos morales, relativos a su evolución espiritual, y por lo tanto, no podría vivirse en común sin el rompimiento de la armonia, solamente posible en un ambiente que jamás se podrá alcanzar colectivamente en toda la tierra, porque en todos los tiempos han existido, y existirán, hombres malvados, ambiciosos y llenos de taras.
Portanto la
"comunidad de vida e intereses" sólo es posible entre personas santas, que se sujeten estrictamente, en todos sus actos, a la LEY DE OBEDIENCIA A DIOS, y estas personas tienen que ser en número reduzido, proporcionalmente a la poblacion humana, porque:
"Muchos serán los llamados, y pocos los escogidos".
Es, por lo tanto, una blasfemia decir que
Nuestro Señor Jesucristo fue el primer político
"comunista" del mundo. Sólo mismo la ignorancia crasa de la Grande Doctrina podría inducir a expresión de semejante insensatez.
La Rusia
"comunista" ataca a la iglesia romana, que también es
"comunista", cuanto a tener todos sus bienes en común, extorsionándolos a los pueblos. De ahí se desprende que Rusia quiere quitar el predominio de Roma, para de la nueva Roma dominar el mundo, esclavizando toda la humanidad, con otro engaño tan grande como el engaño preconizado por el clero romano. Es una lucha entre monstruos apocalípticos; y ambos, por ser opuestos a la Ley Divina, tendrán que sucumbir, como está profetizado en el Apocalipsis de San Juan.
El Comunismo tuvo su inicio en Rusia, debido a factores por todos conocidos, factores que no existían en el resto del mundo.
Rusia era una
Monarquía Despótica, cuyo jefe de gobierno era al mismo tiempo, jefe de la religión. El gobierno, ejercido por un hombre inepto, cayó en desprestigio por los enormes crímenes cometidos por individuos ambiciosos y ferozmente malvados, que incitaban los lugartenientes del Zar a perpetrar todo cuanto la maldad hizo concebible en el cerebro de un Rasputín. Éste es otro ejemplo de la degeneración del sacerdocio: aquí, en la iglesia ortodoxa rusa. Fueron, pues, los sacerdotes desviados de su alta misión los causadores del nacimiento de la ola atea mayor que se presentó en la
Tierra. Y, como ya sabemos, los hombres sin ninguna defensa moral, que refrene sus instintos bestiales, quedan abandonados a sus propias pasiones y excesos naturales de su materialidad; y, despejados de cualquier sentimiento de fraternidad, procuran la destrucción de la armonia social, por el crimen, el asesinato, el saqueo...
Faltaba pues en Rusia el factor principal que mantiene la moral, la idea de Dios, que fue abolida casi por completo. El pueblo inculto confundió la falsa religión con Dios, y vino la hecatombe...
El resultado fue que corrió sangre a torrentes, de todos en general, aristócratas y pueblo; millones de víctimas, entre ellas millares de inocentes criaturas; el hambre y la miseria extendiéronse, y el sueño dorado se transformó en una realidad espantosa: ¡la falta de garantías fue peor que en el tiempo de la monarquía; la tiranía de los Soviets ultrapasó la tiranía de los Zares!
No ocurre cosa igual en las naciones civilizadas del mundo, donde hay Democracia, donde hay libertad dentro de las garantías constitucionales, y donde existe el libre esfuerzo individual, amparado por los gobiernos, por razones de bienestrar nacional y del propio hombre.
Si analizáremos a fondo el origen del Comunismo, nos convenceremos de que él es resultado del falso concepto de Dios, motivado por el extravío de las religiones, que llevaron el pueblo ruso a blasfemar del Santo Nombre. Y, este fenómeno, lo vemos reproducirse en todas las épocas en que las religiones, tomando el nombre de Dios, cometieron cuantos excesos concebieron los mercaderes de sus propias invenciones.
Son las falsas doctrinas, que ayudaron a la Bestia Comunista a salir del abismo, las responsables por todas las consecuencias materiales, morales y espirituales que han sufrido y que aún sufrirán las naciones invadidas por tan funesto mal.
El Comunismo surgió como un peligro mundial en un momento, incuestionablemente, desfavorable: en el período más agudo que siguió a la Grande
Guerra, cuyas consequencias son universalmente conocidas. Estaba el campo preparado para la difusión de la plaga funesta: la crisis económica mundial y la ignorancia de las masas populares. Pero, felizmente, la reacción no se hizo esperar: todos los gobiernos, bien inspirados, en el cumplimiento de sus deberes, decretaron leyes apropiadas para evitar que el mal aumentase; y, con una campaña perseverante y enérgica, casi lo eliminaron por completo.
El Comunismo, uno de los males importados del Viejo Continente, no pudo echar raíces, principalmente en la conciencia colectiva de la América, cuyos pueblos, jóvenes y fuertes, aman la Democracia y la defienden contra los atavismos de una civilización carcomida desde sus cimientos.
Los pueblos sudamericanos, raza forjada en moldes nuevos, repelen con altivez las tendencias contrarias al libre desarrollo de sus actividades individuales, sobre las cuales reposa el estado floreciente y de inmenso progreso que han conquistado en una centuria de independencia; y, con tenacidad, continuarán esforzándose para desvincularse de las taras políticas de los pueblos decadentes.
Las mentalidades más robustas de América aceptan, con discernimiento, del resto del mundo lo que es bueno, y repelen lo que es nocivo para la vida ciudadana o de la Patria, como igualmente lo hacen, en toda la tierra, los hombres verdaderamente cultos.
Con todo, es necesario que estemos prevenidos contra el Comunismo, que siempre procura atraer a los menos capaces de discernir este mal que, como hemos visto, en las naciones donde creció, redundó en numerosos males para sus propios adeptos.
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Dos Grandes Leyes Espirituales
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